“Si quieres que sucedan cosas diferentes deja de hacer siempre lo mismo”
A cuantos de nosotros no nos ha ocurrido que nos hemos sentido alguna vez apáticos, tristes, como robots que hacen diariamente las mismas cosas movidos por la rutina. El tiempo parece pasar deprisa pero no ocurre nada nuevo, y es que, de vez en cuando, todo ser humano necesita un cambio para sentirse vivo.
Cuando nos empeñamos en no variar nada en nuestro mundo, en no romper con el continuo ritual diario, estamos asiéndonos a viejos condicionamientos culturales, religiosos, educativos, familiares y mediáticos, sin admitir que los tiempos están cambiando y que nuestros modelos actuales de la realidad se están desmoronando y es hora de que surja algo nuevo.
Dejar la vida a la que nos hemos acostumbrado y pasar a otra nueva exige esfuerzo y resulta incómodo. Y por si esto fuera poco, los que se aferran a lo que creen que es “lo normal” nos juzgan, nos ridiculizan, nos marginan, o incluso nos atacan o menosprecian.
Está en la naturaleza humana evitar cambiar hasta que las cosas se ponen tan feas y nos sentimos tan mal que ya no podemos seguir como de costumbre. Esto es cierto tanto a nivel individual como social. Tenemos que sufrir una crisis, un trauma, una pérdida, una enfermedad o una tragedia para ponernos a analizar quién somos, qué estamos haciendo, cómo estamos viviendo, qué estamos sintiendo y en qué creemos o qué sabemos para cambiar de verdad. A menudo tiene que darse la peor situación posible para que empecemos a hacer cambios positivos para nuestra salud, relaciones, profesión, familia y futuro. Pero mi mensaje es: ¿Por qué esperar a que esto ocurra?
Podemos aprender y cambiar en un estado de dolor y sufrimiento, o evolucionar en un estado de felicidad e inspiración. La mayoría hacemos lo primero. Para elegir lo segundo debemos concienciarnos de que el cambio seguramente conllevará una cierta incomodidad, algunos inconvenientes, una alteración en nuestra rutina habitual y una etapa de desconocimiento.
En la física cuántica, el efecto observador afirma que allí donde pones la atención pones la energía. Por lo tanto, afectas al mundo material —que está hecho en su mayor parte de energía—. Si consideras esta idea, aunque sea solo por un instante, empezarás a centrarte en lo que quieres, en lugar de en lo que no quieres.
¿Por qué pongo entonces mi atención en el pequeño porcentaje del mundo físico cuando soy mucho más lo otro? ¿Es definir mi realidad presente a través de lo que percibo con los sentidos mi mayor limitación?
Si dejas que el mundo exterior controle lo que piensas y sientes, este te está creando unos circuitos en el cerebro que te hacen pensar «como» todo lo que conoces. Por eso creas más de lo mismo.
Si deseas comenzar a hacer pequeños cambios en tu vida, sea en el aspecto que sea, te invito a que des pequeños pasos, ya que como dijo San Juan de la Cruz: “Para ir a donde no se sabe, hay que ir por donde no se sabe”:
- Ve a otra tienda a comprar alimentos que no sea la habitual de siempre.
- Prueba, de vez en cuando, otros sabores, otras comidas.
- Cuando vayas a algún lugar en concreto, toma otra ruta diferente: otra carretera, otra calle.
- Practica otro tipo de deporte.
- Lee algún de libro con una temática nueva, que nunca te hubieras planteado leer.
- Habla con alguien, que no te hubieras atrevido a hablar.
- Ve de vacaciones a lugares diferentes.
- Sueña e imagina algo deseado en el presente y siéntelo como si estuviera ocurriendo.
- Escucha otro tipo de música.
- Ve a un nuevo espectáculo.
El hacer otras cosas y tomar nuevas decisiones abrirá tu mente a un montón de aspectos, dejarás de juzgar a otras personas, formas de pensar o costumbres, solo por el mero hecho de que sean diferentes…… Cada vez te sentirás más libre y automáticamente tu realidad comenzará a cambiar.
Dos caminos se bifurcaban en un bosque, y yo, yo tomé el menos transitado, y eso marcó la diferencia –Robert Frost.